Páginas

Allt

29.10.10

Carta número uno

Tu nombre ya no es más que una mirada. Una mirada penetrante, que se clava en mi interior y a la que no consigo evitar. Allá donde vaya, está. Los recuerdos la hacen aparecer tras cada esquina, en cada escaparate que nos vió abrazarnos torpemente, caminar juntos torpemente. Es una pena que seas sólo eso, una mirada que vive para atormentarme.

El problema fue, al menos mi mente quiere pensar así para excomulgarse de todo pecado o error, que dejé que entrases en mi corazón. Igual la solución hubiera sido ser más cerrado, hacer que de verdad te quería en vez de quererte como de verdad hice, o simplemente, ni quererte. Quién sabe, cabe la posibilidad de que ahora siguieras mis pasos, y tu mirada me fuera evitable; pero no es así, y todos lo sabemos.

No conseguí borrar de mi memoria la última frase. Ninguna frase. Vivir así es como no vivir, estar atado al pasado. A un pasado del que arrepentirse, pero porque no has dejado menor remedio.

Igual me paso al decir todo esto, y en cada una de tus acciones se esconde una razón con fundamento, de esas que antes te caracterizaban, para protegerte, o protegerme. Pero visto todos los sucesos, no lo creo así.

Tenemos meses y meses que recordar, mucho tiempo que otra gente hubiera querido. ¿A cuántas personas conoces que puedan afirmar haber visto su reflejo en otra persona, y que, como por acción divina, consiguieran conectar? Ha sido una pérdida de tiempo, y del norte de mi vida, estos meses perseguidos por tu mirada, errando en cada paso, sabiendo que no me ayudarías a levantarme.

1 comentario:

Amigos