Capítulo 0

La sábana volvía a estar enrollada bajo sus pies.

Una persiana de un claro color caoba dejaba entrar con vergüenza el primer rayo de sol de ese día. Ese día en el que le tocaba recordar.

Año tras año; mes tras mes; día tras día; hora tras hora; beso tras beso.

No había momento en el que no regresasen a su memoria frágil aquellas tardes en las que el tiempo no tenía valor, en las que los largos silencios no fuesen incómodos si estaban acompañados de su cálida sonrisa; en los que un abrazo bajo la lluvia animase su fatigado corazón.

- ¿Recuerdas -le preguntaba al silencio de su habitación - tú también todas esas cosas?

Después de tanto tiempo ya no esperaba la respuesta.

Pasó un rato tumbado, mirando al techo. Aún tratando de no pensar en nada, ahí estaba su sonrisa. En cada centimetro de la habitación, de la casa. De todo.

- La culpa es mía, -se repetía- por no tratar de solucionarlo. Sigo aquí, recordando, en vez de levantarme y abrir la cortina.

Lentamente, y con sumo cuidado, desenrolló la sábana que le aprsionaba las piernas. Primero un pie, luego otro. El suelo estaba frio pero las zapatillas lejos. Paso a paso recorrió la distancia que separaba la cama de la cortina caoba por la que ya entraba con fuerza el sol.

Se quedó un rato parado. Aunque era gruesa, el calor pasaba a través de ella sin dificultad.

- Bueno, podemos intentar vivir sin abrirla.

Y sus pisadas se alejaron de la cortina.